domingo, 31 de agosto de 2008

Escenarios de la fobia clínica (Assoun)

«Le dije que soportarse uno a sí mismo podía ser la tarea más pesada de todo el universo»
El Mesías de Dune (Herbert, 1964, p. 145)

Para abordar el fenómeno clínico de la fobia, Assoun plantea que debemos entrar a través de aquello que "instala" la fobia, el momento ciego que «nos va a permitir abordar el enigma de la fobia» (p. 35). Este episodio es un "ataque de pánico" inaugural, un proto phobos.

Cuando se nos describe este proto phobos lo primero que llama la atención es la aparente contradicción en su definición. Por un lado se nos que el sujeto «está en el centro de la soledad más intensa» (p. 36), en «un situación de desamparo» (p. 39), «sin apoyo» (p. 39), que «pierde el sentimiento de espacio [y] el sentido del tiempo» (p. 40). Es decir, podríamos imaginarnos un sujeto radicalmente aislado, sin ningún punto de referencia (pierde «el Norte» [p. 40]). Por otro lado, se nos habla de un sujeto víctima de «una rara acumulación», «tapado por todo: el mundo, el otro, él mismo»: «el sujeto con pánico se siente lleno del mundo» (p.40). Lo cual evoca la imagen ya no de un sujeto necesariamente asilado cuando más bien atiborrado, completamente saturado de sí y de todo. Lo que ya se deja entrever en estas líneas es que este total aislamiento y esta total saturación que sufre el sujeto en pánico no son sino dos caras de la misma moneda. Son dos aproximaciones a una misma realidad experiencial.

Un segundo aspecto patognomónico del pánico es su calidad de ex abrupto. Se dice que «el sujeto se encuentra bruscamente —de un momento al otro— sin apoyo» (p. 39), o que «experimenta una forma singularmente abrupta de soledad» (p. 42). Respecto de esta cualidad, Assoun nos sugiere un símil un aún más oscuro, pero que pareciera ser lo suficientemente decidor. En el sujeto "presa" del pánico es «como si, de golpe, hubiese pasado a otro escenario» (p. 36).

El escenario

La pregunta que surge entonces es: ¿cuál es el escenario al que pánico traslada de golpe?

Para trabajar en este punto, me parece adecuado recurrir a la noción de «pasaje al acto» tratada por Lacan (1987) en su Seminario 10 sobre «La angustia». Efectivamente, en la comprensión de este fenómeno aparecen elementos que ayudan a esclarecer la noción de Assoun sobre el pánico. Nótese que en un lenguaje afín, Lacan (1987) plantea que la estructura misma del pasaje al acto es el movimiento del sujeto «en dirección a evadirse de la escena» (p. 129).

Pero ahondemos más en ello. Lacan plantea que el sujeto se orienta hacia la escena del Otro, pues en esta escena en donde el sujeto espera constituirse como tal. El Otro sirve como garante de su deseo: valida la situación en la que este sujeto en falta busca aquello que necesita. El pasaje al acto constituye el quiebre de esta armonía. Implica que el Otro invalide el acuerdo tácito, rechazando aquello hacia lo que el sujeto se orientaba para constituirse. Se trata de una jugarreta que el Otro le hace al sujeto, en tanto se establece una relación específica donde cada uno toma su lugar (fig. 1), pero en cierto momento de esta operación, el Otro "deja caer" (niederkommen lassen) un elemento que validaba el contrato. El sujeto entonces se «precipita y bascula fuera de la escena» (p. 128). Sabemos que el desenlace del pasaje al acto suele ser la muerte (suicidio), es hacia allí donde se precipita el sujeto.

[Cabe agregar que este resto que resulta de la operación de rechazo del Otro es lo que se denomina a minúscula. Lacan lo formula al comienzo de esta manera: «el aislamiento de a se produce a partir del Otro, y es en la relación del sujeto con el Otro que se constituye como resto» (p. 127).]

Con esto en mente, ya podemos colegir de qué clase de escena(rio) es la que corresponde al sujeto que entra en pánico. Pareciera tratarse de un escenario en el que de pronto ya no se encuentra aquel Otro que hacía de garante del deseo. Pero a diferencia del pasaje al acto, donde es el Otro quien ha «dejado caer» algo, en el pánico el Otro simplemente desaparece: el sujeto es abandonado, y por ello queda desorientado, sin un lugar al cual dirigirse (fig. 2). Aquel que sostenía su deseo se ha ido y el sujeto debe afrontar —de golpe— su propia falta. En el pánico hay «una cierta relación con el otro —en ausencia—». Y así como en el pasaje al acto el sujeto se moviliza fuera de la escena (suicidio), el sujeto en pánico siente la muerte venir. Por ello, «es razonable remarcar el lazo del pánico con la vivencia de "muerte inminente"» (p. 40)

El sujeto de la fobia

Assoun plantea: «la fobia es escapatoria del pánico, en la medida en que se organiza por completo para evitar la repetición de ese momento de angustia» (p. 42). Pero aquí introduce otra noción singular que es la de «sujeto de la fobia» (p. 73). Y bien sabemos por la enseñanza de Lacan, que el sujeto es ante todo una posición (Miller, 1997). Por esto, es posible decir con Assoun que lo que surge aquí es el «sujeto en posición fóbica» (p. 73).

¿Y qué caracteriza a este sujeto en posición fóbica? En este punto ya podemos decirlo: el sujeto de la fobia es el sujeto radicalmente solo, desamparado, desorientado. Assoun distingue entre la Einsamkeit («estar solo», sin relación) del Alleinsein («ser solo», literalmente «ser todo uno», una soledad-esencia o modo de ser). Este último es el que clarifica la situación del sujeto en posición fóbica: es un sujeto que más allá de «estar solo», «es solo», está en la experiencia de «ser todo» él mismo, no hay nada más que él.

Esto nos permite comprender mejor la aparente contradicción en la experiencia del pánico. Aquella de ser simultáneamente radical aislamiento y total saturación de sí.

El doble y el objeto-causa de pánico

Otra noción un tanto oscura que incluye Assoun en ciertos pasajes es la del doble. En las primeras páginas ya plantea que «el sujeto con pánico se siente lleno del mundo y de su "doble"» (p. 42). Sin embargo, no especifica exactamente qué es o en qué consiste la existencia de este doble.

Más adelante, cuando refiere al sujeto de la fobia, plantea que el "doble" se relaciona con aquella aglomeración de uno mismo de la que hablábamos. Dice: «En el espacio desierto, avanza hacia él, viene a su encuentro la figura del "doble", de ese "él mismo" del que el sujeto puede distraerse cada vez menos» (p. 77).

Una tercera referencia al doble es hecha a partir de la concepción freudiana del miedo a la soledad: «la fobia a la soledad en el fondo quiere distraer la tentación de un onanismo solitario» (Freud en Assoun, p. 78). El miedo a estar solo deriva del temor de abandonarse al goce total de la masturbación, que trae consigo el temor de la castración. Pero lo que sutilmente nos hace ver Assoun es que «más allá de la tentación por el placer prohibido, lo que aparece es la tentación del solitario de... masturbar a su doble» (p. 78).

A este respecto, quisiera recordar algo que planteaba Zizek en el documental (Fiennes, 2006) visto en la última clase: «Siempre encontramos este conflicto entre yo y mi doble. Como si el doble encarnara mi yo... pero sin la dimensión castrada de mi yo». Esto nos sugiere que la posición fóbica la intolerable situación de la ausencia del Otro (garante de mi deseo, lugar donde me constituyo como sujeto) y a la desbordante presencia de mi "doble", quien no hace sino acentuar mi propia falta.

Veamos qué otras implicaciones trae la imagen del doble:

  1. el doble sugiere el goce total, es la dimensión no castrada de mí. Esto lo asemeja al padre primordial, «el padre totémico del goce arcaico, especie de "padre-el-goce", que contiene una amenaza paradójica que mortifica al sujeto: demasiado goce... para que su constitución lo soporte» (p. 71)
  2. el doble también se asemeja a la "persona extraña": «se trata de la emergencia de la persona extraña que cristalize la angustia: es la que viene en lugar del otro esperado que cristaliza el miedo» (p. 79). Como decíamos antes, la emergencia del doble hace patente la falta del Otro y mi propia falta.

Detengámonos un momento para considerar las características del objeto-causa del pánico. «El objeto que provoca pánico genera la invasión de algo que tendría que haber permanecido oculto y cuya existencia de volvió flagrante» (p.38). «El sujeto se ve estupefacto por la aparición —epifanía terrorífica— de un ser, de una "cosa" que en una mitad pertenece al mundo y en la otra está fuera del mundo» (p. 38), es «lo que no está en su lugar en el espacio y en el tiempo y, sin embargo, acerca instantáneamente al sujeto a una exorbitante presencia, conocida desde hace tiempo o, más bien, presentida desde siempre» (p. 37). Y sin embargo, no es nada en concreto pues «no puede ser objeto de un "encuentro", de un "cara a cara"» (p. 37). Assoun plantea que el dios Pan es el arquetipo de este objeto-causa del pánico, y en el mismo sentido, equivale a la imagen del padre primordial: «al encontrarse cara a cara con un goce que, al mismo tiempo lo concierne y lo supera, el sujeto "cae", como se dice, en el pánico» (p. 71)

A la ecuación objeto-causa de pánico = Pan = padre totémico, nosotros vamos agregar un elemento más (implícito en el texto), el del doble. Es el doble quien «no puede ser objeto de un "encuentro", de un "cara a cara"» (p. 37), quien «tendría que haber permanecido oculto y cuya existencia de volvió flagrante» (p. 38), aquella «"cosa" que en una mitad pertenece al mundo y en la otra está fuera del mundo» (p. 38). En la presencia del doble emerge el objeto-causa de pánico, aquello que configura el «momento ciego» (p. 35), que precipita al sujeto de golpe a otro escenario (p. 36) y que finalmente es la puerta de entrada a la posición fóbica.

Bibliografía

  • Lacan, J. (1987). Seminario 10: La angustia. Cap. IX, pp. 127-144. Buenos Aires: Paidós.
  • Miller, J.-A. (1997) Introducción al método psicoanalítico. Buenos Aires: Paidós.

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